viernes, 5 de octubre de 2012

Baucamp OJC


Como voluntarias de Comunidad y Cambio fuimos invitadas a participar del Campamento Internacional que realizaba Offensive Junger Christian (OJC, en Internet http://www.ojc.de/es/home.html) en Alemania. Gracias a la colaboración económica de OJC, pudimos participar en el Baucamp (Campamento de Trabajo) donde nos encontramos con cuarenta jóvenes de Francia, Alemania, Hungría, Eslovaquia, Ucrania, Rusia, Macedonia, Israel, México y Honduras que, de distintas maneras, están vinculados a OJC. Comunicándonos con un poco de inglés y muchas señas, compartimos 17 días trabajando en la restauración del castillo medieval de Reichelsheim y realizando actividades con énfasis en lo multicultural.
Cada día teníamos un espacio de reflexión bíblica, canciones y también un momento especial para orar por los diferentes países representados. En esta instancia tuvimos la oportunidad de compartir uno de los devocionales y poner en conocimiento motivos de oración en relación al país y las iglesias.  Además del trabajo, y las actividades, pudimos pasear y conocer hermosas ciudades como Heildeberg, Wülzburg y Frankfurt, con sus castillos, callecitas de piedra, capillas históricas y shoppings.
Durante este tiempo, no sólo disfrutamos del encuentro con jóvenes diferentes a nosotras sino que también conocimos un poco sobre OJC: su vida comunitaria, con relaciones intersubjetivas de igualdad y cómo son desafiados a vivir los principios cristianos de desapego material en medio de una sociedad que prioriza la acumulación de bienes y el beneficio individual. Además, pudimos conocer algunas de las actividades que realizan para quienes viven en el pueblo donde está OJC. Tanto quienes pertenecen a la comunidad como los voluntarios de la misma, fueron cálidos con nosotras, nos sentimos muy cómodas, compartiendo tiempo con ellos.
Sumado a ello, pudimos aprender más sobre la historia de Alemania. Fue significativo, además de escuchar testimonios de judíos, visualizar la relación reestablecida entre ambas partes, y escuchar palabras de arrepentimiento y perdón, comprender cómo vivieron los alemanes el holocausto. En charlas con diferentes personas de Alemania, de distintas edades y con diferentes trayectorias, pudimos escuchar y sentir el peso que significa para ellos no poder sacarse de encima la historia, y la vergüenza y dolor de saber que tantos países los miran como “los nazis”, “los que hicieron lo peor”, siendo que también algunos de los que estaban durante la guerra sufrieron bombardeos, vivieron experiencias de dolor que los marcaron. Fue interesante poder conocer qué pasó entre aquellos hechos y estos días, donde la historia continuó, y no se detuvo, donde el pueblo cambió, reflexionó, y decidió, hacer todo lo posible para que sucesos como esos no vuelvan a ocurrir. Estos relatos nos permitieron además, pensarnos como latinoamericanos y darnos cuenta que, aunque sin tanta repercusión internacional como el holocausto, nuestros países sufrieron masacres, guerras y dolor, que, no sólo quedaron y quedan muchas veces las altas cifras, ocultas y sin justicia sino que como sociedad pasaron muchos años hasta poder pensar de nuevo nuestra historia.
Parte de las actividades multiculturales consistieron en la presentación de los distintos países, y para esto tuvimos una Noche Latina en la que los seis representantes de nuestro continente nos organizamos para mostrar las particularidades de cada país, pero también la raíz de hermandad que nos une, las luchas comunes y la esperanza que renace en medio del dolor. Como argentinas intentamos bailar la chacarera “Para Cantar he Nacido”, explicamos la mística cultural que encierra el mate e invitamos a degustar dulce de leche artesanal. Así mismo, hicimos un resumen de las discusiones actuales en el país, contamos de las actividades que desde Comunidad y Cambio llevamos adelante y tratamos de transmitir la idea de lo que consideramos que es un facilitador. Luego que terminamos, algunos nos comentaron que no habían escuchado muchas de las realidades que vivimos como latinoamericanos, y que parte de nuestra historia les era desconocida.
Desde nuestra experiencia como facilitadoras juveniles y la búsqueda de un cristianismo inclusivo e integral, el desafío se nos presentó al momento de conocer las formas de vivir el cristianismo en los otros países y culturas. Pudimos participar de cultos diferentes a los de nuestras comunidades de fe. Hubo espacio para que los países presentes aportaran alguna canción en su idioma, lo que resultó muy interesante. En ese marco enseñamos el carnavalito “Celebramos la promesa” y “Sólo le pido a Dios”. Pudimos notar que, en muchos casos, las experiencias eclesiales que otros jóvenes compartían estaban más referidas a la relación de Dios con la persona de manera individual, sin referir a las realidades sociales locales y además, se utilizaban, a veces, canciones traducidas del inglés a los respectivos idiomas.
A raíz de esto, hemos revalorizado nuestras experiencias locales, nuestras comunidades de fe, los espacios de reflexión teológica en los que participamos. Reconocemos el aporte de las teologías latinoamericanas, y el desafío de seguir encontrando a nuestro Dios desde la tierra que habitamos, porque aunque fuera a tientas, tal vez lo encontraríamos (Hechos 17.27).
Finalmente, lo que más disfrutamos y nos trajimos en el corazón, es el haber conocido y compartido muchos mates con Frank y Ute Paul, quienes nos recibieron como parte de su familia, nos cuidaron, escucharon nuestras inquietudes, preguntas, y compartieron con nosotras de su experiencia en el Chaco argentino. Hoy ellos hacen un aporte distintivo y más que significativo a la vida comunitaria de OJC.
Melisa Sanchez y Aylen Tymoszczuk
Voluntarias de Comunidad y Cambio